A pesar de su atractivo litoral con playas de fina arena blanca, apacibles bahías e imponentes acantilados, el interior de Baja California es desolado y poco desarrollado; siempre ha sido un buen lugar para ocultarse. La Península ha servido de refugio a los revolucionarios magonistas, los mercenarios e incluso a los bebedores durante la época de la Ley Seca en Estados Unidos. En la actualidad, son los turistas los que se dirigen a Baja. Entre los lugares destacados figuran San Borja, un remoto pueblo fundado por misioneros jesuitas; la sierra de San Francisco, cerca de San Ignacio, una meseta volcánica que alberga extraordinarias formaciones rocosas y que en 1993 fue declarada Patrimonio Universal por la Unesco; y la sierra de la Laguna, un paraíso de la botánica en la punta sur de la Península, donde crecen álamos temblones, cactus, robles y palmeras y donde los arroyos de montaña fluyen entre cañones de granito, un lugar perfecto para los senderistas.
Ferrocarril de Chihuahua
El trayecto entre Los Mochis y Chihuahua es uno de los más espectaculares de México. El ferrocarril cruza 88 túneles y 38 puentes para recorrer los estrechos cañones de la sierra Tarahumara y se encarama a la ladera de imponentes precipicios. Se trata de una notable obra de ingeniería, y no resulta sorprendente que fueran necesarios 90 años para su construcción. El viaje se compone de paisajes impresionantes; el más destacado es la barranca del Cobre, mayor y más profunda que el Gran Cañón de Arizona. Los excursionistas más intrépidos pueden descender sus 2.300 m con guías de Creel o de Divisadero.
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